jueves, 25 de marzo de 2010

Ataque misantrópico



Odio... Que no dejen bajar tranquilo del vagón del metro porque viene todo el rebaño en contra tuyo y esas viejas que corren como en su ultimo día de vida para poder agarrar un asiento.
Odio... A los flaytes, imbéciles que han comprado cada uno de los productos capitalistas que les han ofrecido creyéndose cada vez más malos, sin darse cuenta que esta condición los hace ser cada vez más bestias ignorantes y mano de obra barata para los hijos de papá que en el futuro serán dueños del país.
Odio... La farándula y ese maldito monopolio de "entretenimiento" el cual lo único que logra es que termines pensando en con quien se quedará Kenita y no que Obama se llenó de promesas incumplidas como cualquier político.
Odio... Que la gente defienda tanto su partido político y no se de cuenta que los políticos viven de jugar a la guerra mientras los que pelean son siempre sus peones, que ellos jamás se ensuciarán las manos por la gente y que probablemente después de una acalorada sesión en el congreso serán conducidos por sus chóferes en sus costosos autos pagados por nosotros mismos con la bencina que pagamos nosotros mismos hacia un asado en donde todos compartirán y que esta pagado por nosotros mismos.
Odio... Vivir en un país en el que reina la hipocresía de la iglesia, que alguien que es netamente humano y probablemente tenga el alma más podrida que yo, decida los dogmas que deben seguir los miseros mortales. Me apesta ver como la gente te mira feo si dices que no crees en su Dios, como si ellos lo conocieran o hubiesen hablado con el. Que triste saber que la mayoría no se de ni por enterado que sus religiones son inventadas por el hombre y que de divino, solo tienen la imaginación de alguien que se sentó a crear historias de la nada. 1700 años aproximadamente tiene la iglesia católica y a punta de guerras, matanzas y barbarie se hizo la más popular del vecindario. Lo peor es que la mayoría de los católicos no se preocupo nunca de saberlo.
Odio... Siguiendo un poco con el tema. A las personas que se ponen con megáfonos fuera de casa o al menos cerca a obligarme a escuchar sus consignas religiosas, siendo que la mayoría (y lo sé) son ex convictos, borrachos, golpeadores de mujeres, etc, etc, etc. Lo peor de esto, es que como músico me ha tocado vivir muchas veces como un ensayo es interrumpido por los pacos por gracia de los vecinos. En resumen, para sus oídos es mucho mejor los gritos de alguien sin mayor fundamentos a oír música.
Odio... Pensar a veces que soy el único que piensa estas tonteras.
Odio... No poder seguir escribiendo las cosas que odio porque tengo que dormir.
Odio... El desorden que se forma en mi pieza, y la rapidez con que lo hace.

Esto es como, ¡no más furgones escolares! ¡y no más escolares!

En fin, no es que sea un amargado sin remedio pero hay un millón de cosas más que odio en el mundo, aunque eso será para otro capitulo. ¿Y usted que odia?

martes, 23 de marzo de 2010

¡Tanto tiempo!



¿Por qué todo tiene que ser tan extraño?
Subir, bajar, volar, caer. Los parámetros se hacen cada vez más hermanos y se olvidan de su eterna rivalidad.
¿Que como estoy?
Bien, el terremoto solo removió mi consciencia, algo que desearía hubiera sucedido en todos. Pero en fin.
¡Viejo amigo!, ¿me extrañabas?... había olvidado la manera de llegar acá, pero aquí estoy y pretendo regresar, que ingrato he sido contigo, si nisiquiera me preocupe de la música que te deje cuando me fui, ¿aún funciona?, ¿te gustó?. Es que con toda esta vorágine de la universidad, de la vida, del facebook y todo este bombardeo de cosas que te va dando la vida. Como que a uno se le olvidan estos lugares donde refugiarse.
Lo cierto es que volví, porque extraño escribir, extraño cantar, extraño mis guitarras y me extraño también un poco. Por lo mismo, comienzo por algo, ¡gracias por recibirme!.