viernes, 7 de noviembre de 2008

Soy cursi, ¿y que?.



Alguna vez pensé que la cursileria era solo una parte más de la infinita estupidez humana, como lo dijo alguna vez el sabio Einstein. Mas, al probar el otro lado, el lado cursi de la vida y sumergirme con la menor objeción en un mundo de palabras lindas y regalos significativos, doy fe, de que no era tan así como solía pensar. Sin perseguir al amor, de hecho, casi huyendo de el, logré entender ese delicioso sentimiento del cual solo pueden hablar los que realmente lo han sentido, si quiera antes de enamorarme, alguien hizo que me reencontrase conmigo mismo y me enamorara de la vida, así antes de que mis labios pronunciaran el primer "te amo" honesto y real, esos te amo que nacen desde el fondo de nuestro ser, con más terror que valentía, ya mi presencia se había rendido total y absolutamente a sus pies, y la cursileria que antes me parecía algo tan superfluo, de alguna forma, se incrustó en mi forma de ser, y de las cosas que antes me burlaba, me valía para demostrar todo lo que sentía y sigo sintiendo. De alguna manera este sentimiento me hace vencer incluso, a la peor enemiga, sin más, con una sonrisa o el brillo de sus ojos, la solución a los problemas más irremediables parece aparecer ante mi. Hoy, asumo la culpa de todas mis cursilerias, las asumo y me enorgullezco de ellas, porque con ellas alimento el sentimiento, con ellas pavimento y formo el camino más cercano hacía mis sueños, con ellas hago feliz a esa persona que yo amo, soy un cursi más, en este mundo, pero vivo una historia sin fin, llena de momentos imborrables, vivo una historia, que antes solo podría haber sido concebida, con la mente en algún lugar lejano y con los ojos bien cerrados.

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