jueves, 19 de mayo de 2011

Extraño sueño



Esa es ella, olvida su nombre,
no mira fortunas.

Ese es él, que sueña, que vive,
que abre los ojos ante
un mundo distinto.

Allí están ellos, soñando
puerilmente con un amor,
un eterno amor. Se aman,
se odian, lloran, sufren y ríen.

Mientras yo sueño con
esa mujer sin rostro, esa de
mi infancia que nunca conocí,
la que me quita la vida y me
devuelve a sentir.

Ella lo invita a dejar
todo atrás, a no despertar
de un sueño inconcluso,
él la incita a dejar todo atrás,
a volver a la libertad que
otorga el despojarse
del materialismo vano.

Ella entristece, el se preocupa
al verla taciturna, los dos saben
que nada es para siempre.

Mientras yo sigo tan absorto,
frente a esta dama sin rostro,
que se muestra afable
pero distante como sí un secreto
su rostro ocultase.

Me doy cuenta que estoy solo,
no hay mujer ni rostro, ahora solo
están estos hilos de seda
que bajan desde el cielo.

Y sigue ahí esa pareja, frente
a mis ojos pero en otro mundo,
y apareces tu, tu después de
tanta ausencia, pretendes quererme
pretendes dejar todo atrás,
pero regresas solo para volver
a dejarme una y otra vez.

Eres tu, esa que siglos atrás
me enseño a cambiar él
concepto de morir, la que me
enseño a llorar, la que me mostró
que no solo se trataba de
fallecer sino de encontrar
la forma de volver a nacer.

Te transformas en un muro,
en un muro lleno de púas, en un muro
opresor de verdades. yo, en un acuerdo
tácito con un ángel, me animo a saltar
por encima de este muro ayudado por
los hilos de seda, cada vez
que salto de un lado a otro
veo niños embelesados por esta hazaña,
mientras estoy suspendido
aparece un camino de piedras
tal como el camino antiguo
en su fin esta la pareja,
la misma pareja que soñó
con felicidad, que derramo
lagrimas de alegría que ahora
solo sirven para borrar recuerdos.

Ella lo mira con indiferencia,
su corazón fue deslumbrado por otro ser,
el la mira con tristeza y un dejo
de odio se percibe en su semblante,
ella llora y se justifica,
el tristemente se despide y
se aleja.

De un golpe ya no hay muro,
ni niños, ni la pareja
que alguna vez se amo, ni tu,
ni hilos, no hay ángel, no hay verdad,
no hay odio ni amor, ni lagrimas
inútiles, no hay nada salvo yo
en mi soledad, en oscuridad, te has ido,
quizás para siempre.

Una corriente de frío corre por
mi espalda, es la muerte que coquetea
con mi silencio, aparece y juega
con mis ganas de seguir vivo, y
así como aparece, en un soplo de viento
se retira, se deshace, solo se va
y me deja aquí, sin nada,
en infinita soledad.

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